miércoles, 20 de octubre de 2010

Desfiles, abucheos, zapateros, reyes y otros fenómenos atmosféricos.

Durante el desfile de las fuerzas armadas, se escucharon diferentes armonías musicales de viento acompañadas de ciertas peticiones políticas, peticiones inoportunas que no dejaron contentas a ninguna de las autoridades allí presentes, incluido el monarca.  La prensa cercana al gobierno (que cada vez se aleja más y deja este más solo) maximiza el malestar expresado por el monarca, malestar provocado por el inoportuno "clamor" que empañó los "ritos" de los que está compuesta la parada nacional. Así mismo estos diarios evitan hablar de la ausencia venezolana, y de la ya protesta reiterativa de dimisión.

Por otro lado, la prensa de órbita conservadora (en muchas cosas está precisamente fuera de la tierra) maximiza la "bronca" a Zapatero y la ausencia venezolana, y ningunea radicalmente el supuesto malestar real por tales abucheos que empañan la parada nacional.

Y es que efectivamente la figura del monarca actúa como un parte-aguas entre unos y otros. Los que se encuentran cercanos al gobierno apelan a la figura (paternal) del jefe de Estado para validar su condición de victimas de ultraje, y los conservadores tan habidos de la presencia real en otras ocasiones ningunean dicho estado de ánimo del monarca.

La figura real actúa como un referente físico de la fundación política de la democracia en España. En el ideario español (no entremos en los porqués) aun se recuerda la aparición de Juan Carlos portando la egira de jefe de Estado, en el 28-F. La parada es un rito donde se da culto a la identidad nacional, y por su puesto de alguna manera al rey (para muchos prácticamente el fundador de democracia española) recibe su parte de invocaciones en tales ritos. De este modo, cuando los ritos, con unos procedimientos determinados, se ven entorpecidos por los improperios de algunos individuos (acompañados de la bandera pre-constitucional, estandarte del régimen precedente), es normal que cree preocupación entre el gobierno y el jefe de estado, para los primeros por razones obvias, y para el segundo por recordarle al anterior jefe de Estado, aquel gallego del Ferrol que porto su misma indumentaria durante 40 años, aquel que al igual que Saturno devoraba a sus hijos, y del que Juan Carlos escapó casi de milagro.

La monarquía constitucional española, viene acompañada de la estructura mítica del Juan Carlismo, y no solo su figura en concreto, sino la de toda su familia (como si la familia olímpica con dios Zeus al frente se tratara), en los medios de comunicación funcionan como una estructura mítica, con ciertos ritos que deben ser acatados y respetados, por ejemplo no debe saberse nada de la familia real nuclear, ahora si el resto de familiares con menos sangre azul se les descuartiza.   

Para finalizar, no se olviden que cada vez que aparece que aparece el monarca en los medios de comunicación, se encuentran ante el gran Cronida, respétenle y adórenle o su rayo les partera en dos.

1 comentario:

  1. David Martín Espinosa dijo...
    En mis tiempos de fotoperiodista viví la censura Real muy de cerca. En una de las ocasiones, un teniente o capitán (no entiendo mucho de eso) de la guardia civil vestido de paisano me obligó a salir de un restaurante en el que mi compañera, redactora, y yo estábamos comiendo y a punto estuvo de borrarme la tarjeta con el trabajo de todo el día. Así que comparto bastante la opinión.

    Lo único que me desluce la protesta del día del Pilar es que, si se trata de ser buenos de verdad, no se puede ir a armar cante a un funeral. Aunque no comparto los ideales de los militares ni de quienes los sí los comparten, sí comparto el respeto al duelo de cualquier persona. El día del Pilar también se homenajea a los militares fallecidos y sus familiares están presentes.

    En fin, supongo que la diferencia entre lo justo y lo correcto al final es como la explica Marco.

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